Escrito por:
Nohelia Urueta Consuegra, Promoción 2020
Gracias a todas las personas que hicieron posible este evento y a todas las familias que han estado conectadas.
La situación actual en nuestro país y en el mundo derivada de la pandemia del Covid-19, nos ha llevado a entender que las dinámicas familiares se construyen y reconstruyen todo el tiempo. Y, que nos encontramos que estamos en un espacio propicio para la cultura del encuentro y el diálogo, que revalorizan la unidad en la diferencia, la reciprocidad y solidaridad entre generaciones.
Hoy les quiero invitar a que nos demos la oportunidad de reencontrarnos y reconocernos con nuestro núcleo familiar. Ahora se han establecido nuevas formas de vernos como familia, y nuestra comunidad educativa nos acompaña virtualmente en la construcción de ese nuevo orden familiar, al estar conectados con la nueva forma de enseñanza y aprendizaje. Priorizando metas y necesidades, aplicados en los valores aprendidos en el hogar y afianzados en nuestro colegio.
- El amor al trabajo es un rasgo de la Familia Presentación, que busca el aprendizaje de la excelencia, en la academia y en nuestra persona.
- La sencillez es un valor que se traduce en la actitud de humildad, siendo esta la marca que debe identificar cada una de nuestras actitudes personales y comunitarias.
- La piedad que nos hace sensibles a las urgencias y situaciones de tantas personas y países, ha movilizado nuestras fuerzas y energías para entender el “para qué” de este momento.
El núcleo familiar es la escuela del amor fiel y duradero, y sus relaciones forman el tejido de la sociedad dándole cohesión y consistencia. Además de ser el lugar donde se transmite la fé.
El Papa Francisco nos dice “la fé, el amor, hacer el bien, se aprenden en el dialecto de la familia, en otro idioma no se entienden”.
La experiencia familiar ayuda al equilibrio humano, en esta época de cambios profundos, una buena familia transmite valores civiles formando ciudadanos honestos que construyen nación.
Ahora bien, no hay familia perfecta, pero no temamos a la imperfección, a la fragilidad, ni siquiera a los conflictos; afrontémoslos de manera constructiva, ya que conociendo nuestro limites y desaciertos se convierte en una escuela del perdón. El perdón es una dinámica de comunicación: una comunicación que se desgasta, se rompe y que, mediante el arrepentimiento expresado y acogido, se reanuda y acrecienta.
Les invito a que esta crisis se torne inolvidable para nosotros, dependiendo de lo que hagamos construiremos recuerdos agradables o no. Encomendémonos a la familia de Nazaret, pidiendo especialmente a la virgen que nos acompañe
durante este recorrido y por todo el camino de la vida.
Para terminar me permito compartir con todos ustedes mis sentimientos de respeto, cariño y aprecio por todo el personal administrativo y académico de nuestro colegio con quienes durante 11 años como estudiante del colegio he construido vínculos, que hoy me permiten expresarles que ustedes son también mi familia.